El Secreto de "El Secreto"

El Secreto de “El secreto”

Muchas personas hablan de libros como “El Secreto”, “La ley de la abundancia” y muchos otros títulos parecidos.

A unos les “ha cambiado la vida”, otros son detractores a ultranza. Muy pocos son indiferentes.

La gran pregunta es ¿por qué?

 ¿Por qué éste tipos de libros de auto-ayuda parecen “despertar” a unos y dejar a otros inmersos en la más profunda decepción? Y, sobre todo, ¿por qué incluso entre aquellos que afirman que les ha cambiado la vida nadie aprecia en realidad grandes cambios?

Cabría preguntarse si, como dicen muchos, estos son libros para gente que, encuentra en ellos, la auto-excusa para su fracaso. Se auto-compadecen pensando que si no han obtenido éxito en sus vidas es porque no lo desean lo suficiente, o porque de pequeños les “programaron” para ser pobres y ellos no tienen la culpa, y un largo etcétera de afirmaciones por el estilo.

Desde luego no seré yo quien las desmienta, porque estoy firmemente convencida de que la educación que nos da la sociedad desde la más tierna infancia no es la adecuada. Y ved que no culpo a los padres de cada cual, que hacen lo que buenamente pueden, sino a la Sociedad al completo y con mayúsculas de la cual todos formamos parte.

Cierto es que siempre ha habido clases. Todos los hombres no han sido nunca iguales por más que nos esforcemos en conseguirlo. Nuestra Sociedad occidental que se vanagloria de haber abolido la esclavitud permite, sin embargo, que haya esclavitud en otras partes de planeta, mirando hacia otro lado.

Pero, es todavía peor. Hemos abolido la esclavitud en el concepto de que un hombre o mujer pertenezca a otro. Sin embargo hemos reinventado la esclavitud. Ahora hay esclavos económicos, esclavos políticos, esclavos lingüísticos y así podríamos seguir ampliando la lista.

Hay personas que son esclavas de sus hipotecas, préstamos, trabajos, etc.

Hay personas que son esclavas de sus ideas políticas que no les dejan ver más allá y son incapaces de dejar la libertad de pensamiento a los otros.

Hay personas esclavas de su religión que confunden la religión con el culto y se empeñan en afirmar que la suya es la única verdadera.

Todos somos esclavos de un sistema judicial que no siempre es justo y cuyas normas, hechas por los poderosos, han terminado por ser injustas para los más débiles.

Podríamos ampliar la lista hasta casi escribir un libro, pero, para muestra, un botón…

Entonces, ¿qué podemos hacer todos aquellos que no queremos conformarnos con la situación en la que vivimos?

Si nos quedamos en la superficie de esos libros que nos indican el camino a seguir, libros como los que hemos mencionado, fracasaremos.

Este tipo de libros que pretendían despertar las conciencias de la gente, ha conseguido en una parte importante de sus seguidores, crear el efecto contrario. Ha creado una especie de nueva religión, de nuevos místicos que están convencidos de que no tienen que hacer nada, de que lo único que tienen que hacer es dedicarse a desear con fuerza durante todas las horas posibles, aquello que desean y el universo, por arte de magia, se lo hará llegar, así, sin más, en forma material.

Pero no es cierto. Meses más tarde, incluso años más tarde, el universo no les ha mandado nada porque mucho que lo hayan deseado.

¿Es, entonces, mentira?

Rotundamente no.

Los pensamientos son cosas que se lanzan al universo, cierto. Cosas que a base de rodar por el mundo se acabarán materializando, pero… que difícilmente te encontrarán si te hayas recluido en un rincón de tu casa.

Cuando era pequeña fui a un colegio de monjas. Éstas repetían sin cesar una frase que no fui capaz de comprender hasta mucho tiempo después, cuando ya estaba yo muy metida en todo esos temas mal llamados parapsicológicos.

La frase en cuestión era: “A Dios rogando y con el mazo dando”

Pues bien, esta frase, encierra una gran sabiduría.

 Más allá de que uno sea religioso o no. Más allá de que uno sea creyente o ateo, ésta nos indica que no hay nada que ocurra sin acción.

El Ser humano posee varias armas que no tienen precio. La fuerza del deseo, que puede conseguir que nos movamos a la acción para conseguir aquello que queremos. Pero también tenemos la voluntad, sin la cual nada sería posible. Y tenemos la fuerza de la acción que debe hacer que se materialicen nuestros deseos.

Sin que esas tres cosas funcionen juntas, no habrá nada que podamos conseguir.

¿Cómo funciona entonces la idea?

La idea es que tú debes empezar por conocerte a ti mismo. Primer acto indispensable para saber quién eres realmente, que deseas realmente y porque no lo tienes aún. Aquí entran en juego todas esas introspecciones para darnos cuenta de nuestras “programaciones negativas” y auto-convencernos de que no tenemos porque seguirlas a rajatabla ya que somos libres de actuar como queramos.

Esta fase, puede ser muy larga o muy corta. Todo depende de en qué medida quieras regodearte en la auto-compasión. En mi opinión, lo único que deberíamos hacer, una vez identificadas estas premisas, sería darles carpetazo y olvidarte de ellas sin más, porque es pasado y el pasado no vuelve si tú no lo revives en la mente una y otra vez. Aun así, si quieres que sea larga, no por ello debes encerrarte en tu casa a meditar para conocerte a ti mismo, porque, mientras, la vida pasará sin ti.

Una vez sabemos lo que realmente deseamos para nuestras vidas, tenemos que recordárnoslo a nosotros mismos, todos los días veinte veces o más…

Claro que si, somos animales de costumbres y cambiar nuestros hábitos cuesta mucho. Así que si no estamos constantemente ayudándonos a recordar que es lo que hemos “deseado desear”, se nos olvidará con mucha facilidad y nos instalaremos de nuevo en la rutina que conocemos.

Para ello, la repetición de frases, el poner etiquetas o imágenes en los sitios en donde habitualmente pasamos tiempo en la casa en muy oportuno. Esto no es magia, es simplemente una forma de reeducarnos.

Vale, todo eso está muy bien, pero… ¿cómo conseguimos que eso se materialice?

Ahí es donde entra la ley de la Atracción o la Sincronicidad de Jung o la Mente Colectiva, como queramos llamarla.   

Las casualidades no existen, pero las casualidades no vienen a casa.

¿Cuántas veces pensamos en alguien y ese alguien nos llama por teléfono o nos lo encontramos? ¡Qué casualidad!

Pues no, a ese alguien lo hemos llamado nosotros con el pensamiento.

Pero, ¿verdad que si quieres contactar con ese alguien enseguida coges el teléfono y le llamas? No conozco a nadie que se dedique a pensar en ese “alguien” días y días hasta que consigue que el otro le llame…

Pues bien, con lo demás ocurre lo mismo. Tienes que entrar en acción. Con el deseo firme, pero en acción.

Si, por poner un ejemplo, quieres dedicarte a la pintura, apúntate a un curso (aunque sea corto y gratis) donde empezarás a relacionarte con gente está en la misma onda. No esperes a que, un día, por arte de la magia del universo, alguien te regale un kit de pintura y tú, con tu ciencia infusa, de repente seas un genio y tus cuadros se vendan solos. Eso sí, claro, con compradores que vendrán a tu casa por inspiración divina, a pedir un cuadro tuyo, sin que tu hayas hecho una sola exposición.

¿Idea descabellada verdad? Pues eso hace más de uno.

No dejemos de trabajar para perseguir nuestros sueños o solo conseguiremos morirnos de hambre. Pero, persigamos nuestra idea, sin prisa, pero sin pausa.

Conduzcamos nuestros pasos hacia lugares donde encontrarnos con otras personas que persiguen lo mismo que nosotros. La unión hace la fuerza.

Aprendamos todo lo necesario para conseguirlo y pongamos empeño en ser los mejores en ese campo.

Si quieres pareja no te quedes en casa. No llamará tu puerta. Pero puede que la encuentres en el sitio menos pensado.

En definitiva: ¡despierta!

Piensa, desea y pasa a la acción.

 Ese es el secreto del secreto: ¡moverse!