Diario de Diana 6 de Febrero

No he pegado ojo. Al final de me he ido a dormir al sofá. Esta es una costumbre que estoy cogiendo en los últimos meses. No recuerdo desde cuando ronca Pablo. Supongo que empezó poco a poco, hasta llegar a ahora que parece un orangután. Además, el repertorio de sonidos es de lo más desagradable. Y todavía se enfada cuando me ve en el sofá y le digo que es por los ronquidos.
He pasado el día de mal humor. En el trabajo no me concentraba y no veía la hora de salir. Al llegar a casa, he deseado volver a cerrar la puerta y salir corriendo. Pero, ¿a dónde podría ir? Y ¿qué harían mis hijos?  He cerrado la puerta y entrado en casa sintiéndome como un preso cuando entra en la celda. Me imagino que se deben de sentir así.
He hecho la cena. Me he tenido que pelear con Carlos, el pequeño, para que se bañe, porque a este niño le gusta menos el agua que a un gato. Eso aun me ha puesto de peor humor, diez años y cada día lo mismo.
Casi no hemos hablado durante la cena. He dicho que estaba cansada y mi querida hija mayor me ha dicho que siempre estoy cansada. Ni siquiera he contestado. Lleva razón siempre estoy cansada. Lo único que deseaba era irme a la cama y dormir. Y, por otro lado, me daba miedo ir a dormir, no dormirme y que llegara Pablo con ganas de juerga; si supiera las ganas de juerga que tengo yo.
Bueno pues nada, al final no me he dormido, ha llegado Pablo, me he hecho la dormida y cuando ha empezado a roncar, aquí estoy, en el sofá, con ganas de tirarme de los pelos. ¿Será el tiempo? Hace días que no para de llover y odio la lluvia, me deprime.

Me he comprado “dormidina” en la farmacia, hace dos horas que me la he tomado y ni flores. Y no lo entiendo, porque estoy tan cansada…

No hay comentarios:

Publicar un comentario